La invernada de la grulla común se ha convertido en uno de los grandes atractivos turísticos de los parques nacionales de Cabañeros y Las Tablas de Daimiel, que durante los meses de invierno acogen a miles de ejemplares de estas aves que llegan a la península ibérica desde el norte de Europa.

La grulla común (Grus grus) es un ave muy popular en Europa y también en España, donde cada vez son más los amantes de la naturaleza que se interesan por observar y fotografiar esta especie que llega cada año a España como uno de sus lugares de invernada.

Este gran pájaro zancudo, que nidifica en una extensa banda continua del norte de Eurasia, entre Escandinavia y el este de Siberia, además de dos núcleos aislados en Turquía y Tíbet, según el estudio de los ornitólogos Archibald y Meine, se ha convertido en uno de los grandes reclamos turísticos de los parques de Cabañeros y Las Tablas de Daimiel.

En España se estima que la población invernante de esta especie supera los 150.000 ejemplares, y una buena parte de ellas, unas 30.000, eligen estos parques nacionales y otras zonas de Castilla-La Mancha como zonas de alimentación y descanso.

Amantes de la naturaleza, ornitólogos y fotógrafos aprovechan estos meses para recrearse con la observación de las grullas, que en el campo resultan fácilmente identificables por su enorme estatura, su inconfundible voz trompeteada y sus continuos desplazamientos, que dibujan sobre el cielo grandes formaciones en forma de uve.

Gloria Rojas Gutiérrez, guía del parque nacional de Cabañeros, explica en declaraciones a EFE que su llegada al sur de Europa coincide con el ciclo de maduración de la bellota, “alimento básico de su dieta que saben tendrán a su disposición en las grandes dehesas durante gran parte del invierno”. Estas aves, recuerda la guía del parque nacional, “tienen un comportamiento muy definido, permanecen en las dehesas durante la mayor parte del día, donde encuentran las bellotas, aunque también acuden a los maizales ya cultivados o las grandes extensiones de barbecho, donde se alimentan del grano o tallos frescos”.

Por la noche, buscan los humedales próximos a estas zonas, “donde perciben que el refugio es más seguro y les deja a salvo de cualquier peligro”, comenta. La grulla, asegura, llama la atención por su fascinante viaje para desplazarse desde el norte hasta el sur de Europa. Tienen un comportamiento muy definido, permanecen en las dehesas durante la mayor parte del día.

Para llegar a España utilizan la ruta migratoria denominada occidental, que les lleva a cruzar Alemania y Francia durante los meses de octubre y noviembre, para regresar a sus zonas de cría entre mediados de febrero y marzo.

En estos largos viajes recorren más de 4.000 kilómetros y, en ocasiones en sus desplazamientos llegan a alcanzar hasta los 9.000 metros de altitud, recuerda la guía del Parque Nacional de Cabañeros.

Las grullas también resultan “fascinantes” para los amantes de la fotografía de naturaleza. Su gran tamaño, algo más de un metro de altura, su plumaje gris ceniza y una destacada mancha occipital roja la convierten en “codiciado tesoro” para estos fotógrafos.

Rufino Carretero, fotógrafo de naturaleza, asegura a EFE que él, como muchos otros aficionados a la ornitología, aprovecha la estancia de las grullas para tratar de captar imágenes que desde el punto de vista estético “son muy admiradas y consideradas”.

Los fotógrafos, reconoce, “somos solo algunas de las personas a las que les interesa estas aves, porque en el campo te encuentras también a muchas familias que cada mañana o cada tarde acuden a observarlas, como una forma más de disfrutar de la naturaleza”.

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Grulla Montes de Toledo Cabañeros